lunes, 25 de mayo de 2009

El Perfil del Catequista

Tomado desde "Reflexiones sobre catequesis", del periodista católico argentino Marcelo Eduardo Grecco:

"...cual ha de ser el perfil que este [el Catequista] debe tener.

El celo por la Salvación de las almas y por la mayor Gloria de Dios: Ciertamente no se es catequista para tener gloria humana, ni para ocupar un lugar donde todos puedan vernos. Se es catequista para auxiliar y servir a esas almas a que descubran a Cristo, le amen y puedan vivir según su enseñanza, para alcanzar así la Gloria del Cielo.

El conocimiento de la Doctrina Cristiana, debe saber recurrir a las Fuentes de la Fe Las Sagradas Escrituras, la Tradición y el Magisterio. Nadie puede dar lo que no tiene, el catequista no puede ser un improvisado ni tampoco lo que enseña. Su enseñanza ha de ser la de la Iglesia, a cuyo Magisterio ha de tener plena unión y fidelidad. «La constante preocupación de todo catequista, cualquiera sea su responsabilidad en la Iglesia, debe ser la de comunicar, a través de su enseñanza y comportamiento, la doctrina y la vida de Jesús. No tratará de fijar en sí mismo, en sus opiniones y actitudes personales, la atención y la adhesión de aquel a quien catequiza; no tratará de inculcar sus opiniones y opciones personales como si estas expresarán la doctrina y las lecciones de vida de Cristo».

Una profunda espiritualidad, pueden aplicarse al catequista las palabras del Obispo en la ordenación Sacerdotal: «Cree lo que lees; enseña lo que crees; vive lo que enseñas». «¡Qué contacto asiduo con la Palabra de Dios trasmitida por el Magisterio de la Iglesia, qué familiaridad profunda con Cristo y con el Padre, qué espíritu de oración, qué desapego de sí mismo ha de tener el catequista para poder decir: «Mi doctrina no es mía»».

Una vida sostenida por la Gracia de los Sacramentos. El catequista ha de confiar solo en la Gracia de Dios, sabedor de sus débiles fuerzas, solo se hace fuerte en Cristo y en Cristo Eucaristía.

Confianza plena en el Espíritu Santo a quien invocará antes de cada charla. « A Dios rogando y con el mazo dando» No implica el invocar al Espíritu Santo que no se deba preparar la charla, por el contrario es necesario una delicada preparación, «si no se prepara con larga meditación y cuidado, nunca reportara frutos espirituales de la enseñanza de la doctrina a los niños o al pueblo». Pero a pesar de esta preparación necesitamos de esa luz que nos auxilie a poner las palabras justas y a no apartarnos de la Verdad. Damos testimonio de cómo el Espíritu acude en auxilio de quienes con la debida preparación le invocan".

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